La trampa de Tucídides
Por Marcos Peckel
El padre de la historiografía moderna, el ateniense Tucídides, cronista de las guerras del Peloponeso, advertía que Esparta, potencia hegemónica del momento, no soportó el ascenso de Atenas y en consecuencia hizo la guerra para detenerla. Desde entonces la expresión “trampa de Tucídides” hace referencia a situaciones donde una potencia global hegemónica enfrenta la competencia de una emergente, terminando en la gran mayoría de los casos en guerra entre ambas, especialmente cuando alguna de las potencias sufre divisiones al interior de sus sociedades las cuales son explotadas por aquellos que incitan contra el enemigo externo para obtener ganancias políticas.
Desde hace algunos años académicos y políticos se plantean si el ascenso de China está conduciendo a una ‘trampa de Tucídides’ con Estados Unidos, su principal rival especialmente en la zona del Pacífico, pues China, por ahora, no tiene cómo jugar Hegemón en regiones más allá de Asia. La próxima cumbre entre los mandatarios Xi Jinping y Barack Obama, a llevarse cabo en la capital china con ocasión de la cumbre del Foro de Cooperación Asia- Pacífico -Apec- será un indicador de hacia dónde van las relaciones entre Washington y Pekín.
Sin embargo, la relación entre China y Estados Unidos podría generar un nuevo paradigma de ‘política del poder’ que no necesariamente conlleve a una confrontación armada, para algunos inevitable. Ambos países se benefician enormemente del status quo: un comercio bilateral anual que asciende a más de seiscientos mil millones de dólares, China es el más grande tenedor de bonos del tesoro de los Estados Unidos, centenares de miles de chinos estudian en las universidades americanas, ambos países son líderes en el desarrollo de energías alternativas y mantienen un sano intercambio cultural.
Por otro lado están los elementos de fricción, comenzando por la agresiva política que ha emprendido Pekín en el mar de la China, generando serios enfrentamientos con los países de la región. China tiene pretensiones marítimas sobre extensas aguas, islas e islotes reclamados por Japón, Corea, Filipinas, Vietnam y Malasia lo que ha conducido a escaramuzas que por ahora no han pasado a mayores. La política de Obama de ‘Pívot al Pacífico’, busca entre otras la contención de China por lo que su primer ítem en el orden del día ha sido incrementar la presencia de la flota americana en las aguas del océano.
Significativas son igualmente las desavenencias en temas comerciales, que estallaron en público en los días previos a la cumbre de Apec cuando Estados Unido bloqueó una iniciativa china de crear una zona de libre comercio de la alianza, y en su defecto promueve la ‘Asociación Transpacífica’, una zona de libre comercio que no incluye a China. Esto se suma a la constante fricción relacionada con la política monetaria china de mantener un Yuan competitivo. La guerra cibernética de la que Washington acusa a Pekín es otro foco de desavenencias mutuas.
En realidad la situación se puede resumir en el deseo de Estados Unidos de preservar el liderazgo en la región surgido tras la Segunda Guerra Mundial, caracterizado por las alianzas que Estados Unidos tiene con sus aliados Japón, Corea, Australia y Filipinas donde mantiene grandes bases militares y China que ha tomado la decisión de desafiar ese estatus quo para lograr una paridad estratégica con Estados Unidos en la región pacífica.
Está por verse si las dos potencias erigen una relación de cooperación o una de confrontación como sucedía en al pasado cuando una potencia ascendente desafiaba a una establecida.
ACERCA EL AUTOR:
Marcos Peckel, Profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Analista internacional para varios medios en Colombia y el exterior. Colaborador y columnista de El País desde el 2001.