Señor Jesucristo, Hijo de Dios, que quisiste tener una madre en la tierra; mira con ojos de compasión a tu hija/o..
(....di el nombre de tu familiar oh!amigo/a.),
a quien has llamado del seno de nuestra familia.
Bendice el amor que siempre nos tuvo en la tierra, y haz, que desde el cielo, pueda seguir ayudándonos.
Toma bajo tu protección misericordiosa a nosotros a quienes ella ha tenido que abandonar en la tierra.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Dios mío, te has llevado a una de las persona que más amaba en este mundo; pero tú lo has querido así, cúmplase en todo tu santísima voluntad.
El gran consuelo que me queda es la esperanza de que tú la hayas recibido en el seno de tu misericordia, y que te dignarás algún día unirnos nuevamente
Si la entera satisfacción de sus pecados la detienen aún en las penas sin que haya ido todavía a reunirse contigo, yo te ofrezco por él (ella) todas mis oraciones y buenas obras, principalmente mi resignación ante esta pérdida; haz, Señor, que esta resignación sea entera y digna de ti. Amén.
“ No llores si me amas.
¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudieras oir el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos!
¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso!
¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo, la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
¡Cómo! ¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?
Creedme: cuando la muerte venga a romper las ligaduras, como ha roto las que a mí me encadenaban, y cuando un día, que Dios ha fijado y conoce, tu alma venga a este Cielo en que te ha precedido la mía, ese día volverás a ver a aquella que te amaba y que siempre te ama, y encontrarás tu corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme, pero transfigurado, extático y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando contigo, que me llevarás de la mano por los senderos nuevos de la luz y de la vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas.” (S. Agustín)
Si lo deseas deja una oracion y tu vela encendida
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