CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ ANTE LAS TRIBULACIONES
¡Oíd, querido San José, una palabra mía !...
Yo me veo abrumada de aflicciones y cruces, y a menudo lloro...
Despedazada bajo el peso de estas cruces, me siento desfallecer,
ni tengo fuerzas para levantarme y deseo que mi Bien me llame pronto
. En la tranquilidad, empero, entiendo que no es cosa difícil el morir...
pero si el bien vivir. ¿A quién, pues, acudiré sino a Vos, que sois tan bueno y querido,
para recibir luz... consuelo… y ayuda?
A Vos, pues, consagro toda mi vida, y en vuestras manos pongo las congojas,
las cruces, los intereses de mi alma… de mi familia… de los pecadores…
para que, después de una vida tan trabajosa,
podamos ir a gozar para siempre con Vos de la bienaventuranza del Paraíso. Amén.
Jaculatoria. San José, Protector de atribulados y de los moribundos, rogad nosotros.
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