Esta arraigada tradición católica tiene sus orígenes en las tres ceremonias que se dedicaban a la Natividad de Cristo en los templos de Jerusalén.
La primera se oficiaba en la noche del 24 al 25 de diciembre, en la cueva de la natividad, santificando el día y la hora en que Cristo nació.
La segunda se celebraba justo al amanecer recordando el misterio de la resurrección.
La tercera y última ceremonia se oficiaba en el templo eclesiástico, constituyendo su celebración el oficio solemne del día que conmemoraba el nacimiento del Niño Jesús.
También los católicos romanos celebraban tres misas: la primera en la noche en Santa María la Mayor recordando la hora del nacimiento. La segunda al amanecer recordando el misterio de la resurrección y la tercera en San Pedro, constituyendo el oficio solemne del día.
Así, en la actualidad y al concluir la cena de Nochebuena, los fieles acuden en familia a las iglesias o parroquias para asistir a la tradicional Misa del Gallo.
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