Los orígenes de la disciplina
El Feng Shui nació en China, en la región del Río Yantzne hace más de 3.000 años, provocado por la topografía, las inundaciones que producía el río y los vientos del norte, que obligaron a sus habitantes a protegerse de los efectos causados por la naturaleza del territorio.
Esta teoría fue transmitida de generación en generación pero, debido a su complicación, son necesarios años de estudio junto a un maestro para aprenderla. Las teorías de Feng Shui se basan en conceptos lógicos que se desprenden de causas y efectos de orden natural. La articulación de oriente y occidente ha logrado que estas teorías sean ampliamente aceptadas y respetadas, siendo muy utilizadas en la actualidad.
La técnica
Todos los seres humanos se ven afectados por lo que les rodea, ya sea la estructura de un edificio, los colores, la luz o las hechuras de un mueble. Todos esos elementos pueden incidir directamente en la salud emocional de las personas.
El Feng Shui es un lenguaje de símbolos que interpreta la forma de una casa, la posición de un espejo o de una cama y su relación con el estado de ánimo de las personas. En resumen, es una forma de armonizar la vida del hombre y la naturaleza, que no promete cambios radicales, pero sí pequeñas mejorías que aumentarán la calidad de vida de quien lo aplique.
Existen cuatro tendencias en la práctica del Feng Shui: la Escuela de las Formas se basa en el estudio del entorno, en la forma de la casa y en los objetos que la decoran. Por su parte, la Escuela Budista se centra en la entrada de la casa y crea un gráfico llamado Ba Gua para realizar el análisis, mientras que la Escuela de los Ocho Presagios utiliza la brújula y, en ocasiones, la teoría de los Cinco Elementos. Por último, la Escuela de las 24 Estrellas utiliza la brújula, el entorno, la fecha de construcción y los Cinco Elementos para desarrollar su análisis. Ésta es probablemente la escuela más desarrollada y su técnica es la más aplicada.