Acuérdate, oh misericordiosísima Virgen de Guadalupe,
que ninguno de los que han acudido a tu protección,
implorando tu asistencia y reclamando tu socorro
ha sido abandonado por tí.
Animado con esta confianza a tí acudo, Oh Virgen Madre!
y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
No deseches Oh Madre de Dios! mis humildes súplicas,
antes bien inclina a ellas tus oídos
y dignate atenderlas favorablemente.
Amén.
Cinco Ave Marías...in gratitude por las cuatro apariciones
a Juan Diego y una a Juan Bernardino.
|