La Llave Bendita
Efectivamente, muchos son los problemas que asedian nuestra existencia. Dificultades que no se esperan, tribulaciones imprevistas que nos golpean mentalmente, sufrimientos que se instalan con nosotros sin que les podamos calcular la duración, desajustes que valen por dolorosos constreñimientos
Si aspiras obtener la solución adecuada a las pruebas que te hieran, no te guies por la ruta del desespero.
Tienes contigo una llave bendita, la llave de la humildad, acurvada en el metal puro de la paciencia.
Ante cualquier tropiezo en la senda, usa semejante talento del espíritu y hallarás inmediatamente la ecuación de armonía y seguridad a que pretendes Llegar.
Nada perderás, dejando que hable alguien con más autoridad de aquella que porventura dispongas; nunca te disminuirás por desistir de una contienda innecesaria; en cosa alguna te perjudicarás abrazando el silencio cuando conceptos deprimentes te sean lanzados; no sufrirás perjuicio callándote en esa o aquella cuestión que corresponda exclusivamente a tu conveniencia e interés personales; grandes lucros en el campo íntimo vendrán de la serenidad o de la complacencia con que aceptes desprestigio o preterición; jamás te arrepentirás de bendecir en vez de reclamar, aunque sea en ocurrencias que te amarguen las horas; y la simpatía vibrará siempre en tu favor, cada vez que cedas de ti mismo, a beneficio de los demás.
Efectuemos las inversiones valiosas de paz y felicidad, susceptibles de ser capitalizadas por nosotros a través de los pequeños gestos de tolerancia y bondad y el programa de trabajo que la vida nos indique ganará absoluta eficiencia de ejecución.
Sea en la vida particular o puertas adentro de casa, en el grupo de servicio a que te vinculas o en la gran esfera social en que transcurre tu existencia, siempre que te vera a la bera del resentimiento o represalia, rebeldía o desánimo, nunca te entregues a la irritación.
Intenta la humildad.
(Libro: Manos Unidas)