ORACIÓN INICIAL PARA CADA DÍA
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes. Grábame, por favor, estas tres cosas que dijiste:
"NO TIENEN VINO": presenta siempre a tu Hijo mis necesidades y las de todos tus hijos.
"HACED LO QUE ÉL OS DIGA": dame luz para saber lo que Jesús me dice, y amor grande para hacerlo fielmente.
"HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR": que yo no tenga otra respuesta ante todo lo que Él me insinúe.
¡Guapa, guapa y guapa!
Me viene a la cabeza el fervor con que tanta gente, en la Semana Santa de Sevilla, gritaba al paso de la Macarena: ¡guapa, guapa y guapa!
Con lo femenina que es nuestra Madre, podemos estar seguros de que le gustarán los piropos que le lancemos.
Madre mía, procuraré decirte algo -aunque sólo sea: ¡guapa!- cada vez que vea una imagen tuya.
¡Ah! y qué buena idea la de aquél que siempre que veía una chica guapa decía a María en su interior: ¡Tú sí que eres guapa!
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.
ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA
¡OH SEÑORA MíA, OH Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti; y en prueba de mi amor de hijo te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, Madre buena, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén
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