La primera postal salida de la imprenta fue enviada desde Estramburgo, en 1476 y está firmada por el grabador Marters E. S.
Pero la tradicional felicitación navideña con postales se la debemos como se conoce modernamente y de manera comercial al británico sir Henry Cole, un hombre de negocios londinense, que editaba libros infantiles ilustrados y que llegaría a ser Director del famosísimo Victoria & Albert Museum.
En el año 1843, encargó a un amigo dibujante llamado John Horsley unos dibujos con escenas navideñas que luego reprodujo en una imprenta junto a unos breves mensajes de buenos deseos y felicitaciones. Estas postales eran coloreadas manualmente y firmadas. La leyenda sobre Henry Cole dice que hizo este gesto para compensar el retraso en contestar el correo de esas personas, ya que era un tanto dejado con sus asuntos personales.
Así que imprimía las que precisaba para su uso personal y algunas más que vendía en su negocio de librería al precio de un chelín la unidad (el precio de una comida en la época).
El diseñador John Horsley incluyó en la tarjeta la leyenda "Alegre Navidad y Feliz Año Nuevo" (lógicamente en inglés), que ha perdurado hasta nuestros días. Al año siguiente en la mismísima corte de la Reina Victoria se imitó esta forma de felicitación.
Pero su popularidad no fue muy grande hasta que se creó un arancel diferenciado para el franqueo de las postales que hacía que costasen la mitad de una carta con sobre y, además, apareció un nuevo método de impresión en colores que evitaba que hubiera que pintar a mano las postales originales.
Un hombre de negocios llamado Louis Prang las llevó a Boston, Estados Unidos, en el año donde se popularizó la costumbre de utilizar tarjetas impresas para felicitar las fiestas navideñas.
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