En esta época todos hablan de calidad de productos, de calidad de procesos, calidad de servicios, calidad de sistemas...Muy poca gente habla de calidad humana, calidad de vida... sin ella, todo lo demás es apariencia, sin fundamento.
Hablar de calidad humana es cuidar nuestros vínculos con los demás. Necesitamos rehacer nuestros vínculos humanos. De nada sirve trabajar de sol a sol en un lugar donde no tenemos amigos y llegar cansados a un hogar en el que nadie se interesa en saber cómo nos fue. ¿Para qué trabajar tanto si nos sentimos solos?
Es triste leer un libro y no tener alguien con quién comentarlo; es doloroso sentirse preocupado y no contar con una persona a quién abrirle el corazón. De nada vale estar al frente de una cancha de tenis, de fútbol o frente a un juego de salón; si no tenemos con quién jugar, con quien disfrutar ese momento. ¿Para qué tener lo que no se puede compartir?
Ni las cosas, ni el dinero poseen valor intrínseco. El valor de lo material está en su aplicación, en el servicio a alguien más o la convivencia con alguien más.
La belleza de tener, está en compartir. La magia de luchar por una prosperidad económica, estriba ni más ni menos, en poder ver sonreír a alguien a quien le damos el privilegio de disfrutar lo que ganamos.
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