Esta hermosa poesia va dedicada a todas las futuras mamas
GESTACION...
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No me digan cosas rudas que yo no quiero enojarme. Hoy quiero saberme, sentirme, hoy quiero sentirme suave para que tenga dulzura la existencia que en mí late, esta vida que ya siento que se nutre en mi sangre. No me digan cosas rudas que va mi hijo a escucharles, mi hijo que no comprende, mi hijo que nada sabe, mi niño que esta durmiendo en tibio nido de carne. No me digan cosas rudas, ni me cuenten nada grave, ni me hagan saber tristeza, ni queme asome a la calle. Yo quiero mirar jardines, ver el verdor en los parques, escuchar las tibias notas del gorjeo de las aves. Que en mis venas se deslice mansa y plácida la sangre Para que en ella se acune mi niño sin despertarse. No me digan cosas rudas porque no quiera asomarme. Necesito que comprendan que ya no estoy para nadie. Déjenme mirar los peces a la orilla del estanque. Déjenme que se columpien mis sueños bajo la tarde. ...................... Un arrorró imperceptible trae en sus notas el aire, Y la sonrisa de un niño se presiente en el paisaje. |
Matilde Alba Swann
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Fecha: 23.01.2009 - 11.08 Autor: GAVIOTALIBERTAD |
Que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados. Una mujer que siendo joven, tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud. Una mujer, que si es ignorante, descubre con mas acierto los secretos de la vida que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños. Una mujer, que siendo pobre se satisface con los que ama, y siendo rica daría con gusto sus tesoros por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud. Una mujer que siendo vigorosa, se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste a veces con la bravura de un león. Una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta daríamos todo lo que poseemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios. De esa mujer no me pidas el nombre, si no quieres que empape en lágrimas el pañuelo... esa mujer yo la vi por el camino.
¡Es mi Madre!
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