REGALO DE NOCHE BUENA
La mixtura colores luminosos de la anoche anterior
ha cambiado por el enjambre de pequeños,
que acompañados de sus padres
han acudido a la plaza a lucir los juguetes
que les trajo “el Niño” en Nochebuena.
¡Qué exposición de los regalos, la niñas,
pequeñas madrecitas, acunan tiernamente sus muñecas,
los varoncitos circulan en las bicis,
y, en fin, es Navidad,
y en este momento reina la alegría.
Mezclado entre esta menuda gente, inadvertido,
corretea el hijo de la indiecita, su carita no es tersa
sino rajada por los vientos de la puna,
su vestimenta raída, con malos remiendos
por donde asoma impertinente su pobreza,
ha venido con su madre dejando sus fríos lares
para ver si en la ciudad consiguen ropa y comida
y luego volver a su pago;
El pequeño de tres años, descalzo,
va dejando sus huellas con un camioncito
que alguien le regalara.
En esto se acerca,
otro pequeño con una enorme ametralladora,
- te cambio por tu camión, - le dice,
y el indiecito que no habla castellano murmura
algo en su dulce quechua, y palabras vienen,
palabras van, en dos lenguas tan distintas,
con el traductor de la inocencia,
que el diálogo ha terminado con un arma abandonada y
dos pequeños que un camión,
emprenden viaje por los imaginarios caminos bolivianos.
Un chofer viaja por el altiplano árido,
por las montañas nevadas pasando de soslayo
pequeño valles tibios de donde recogen, mariposas y flores,
cuando es otro el conductor,
pasan por las ciudades llenas de gente apresurada,
de luces y de bullicio, y pasa el tiempo
y el viaje continúa.
Al rato, las palomas contemplan los embelesadas
desde la atalaya de los árboles,
los transeúntes se detienen y sonríen
y el fotógrafo de la plaza se apresura a tomar la foto
que será su obra maestra, y es que, dos angelitos,
uno moreno, de barro y otro rubio de porcelana
, han entrelazado sus alitas para quedarse dormidos
cansados de tan largo viaje.
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