Cuenta la leyenda que nacì en una noche jovencita de un Viernes y perfecto Junio,aunque presentì que ingresaba
a un mundo raro,mi arribo constituyò en la gran fiesta de la familia,vistiendo la casa grande de la abuela, flores
y cintas por doquier.Cuando pasaron mis primeros pequeños 6 meses de vida,se presentò la Navidad.¿Y què
creen ustedes?,hago la pregunta si es que alguno de ustedes sigue la lectura y no lo mira aburridor.
Mi padre se habìa ausentado y no sè por què razones se pensò que èl a lo mejor debìa disfrazarse del famoso
señor de las barbas,a lo mejor tampoco tendrìa arbolito de Navidad,y mucho menos, regalos.
Pero no,¡¡què bahh!!!, que lo sepan ustedes,ese primer 24 de Diciembre,no me lo recuerdo para nada, en todo
caso llegò mi ñaño Gilberto (ñaño en quichua,significa hermano), pero es asì como llamè a mis tìos,èl
con sus 26 años, llegò al puro estilo de Papà Noel,cargando consigo,desde las luces del àrbol,hasta los
regalos màs insòlitos para una bebita de mi edad.
Decìa la leyenda,o sea las historias que me contaban con suma alegrìa y hasta picardìa, mi abuelita Marìa,mi mami
bella Marìa Josefina y mi ñaña Elsa ( tìa),que abrì los ojos de manera desmesurada por las luces de
las guirnaldas, y debiò haber sido verdad,pues a quien no le gusta ver ese prender y apagar de lucecitas
multicolores, aùn hoy asì sean pàlidas las contemplo embelesada,en fìn cosas de niña que han
quedado arraigadas en mì,aùn hoy siendo toda una mujer,capaz desde aquellos 6 meses de vida,
me imbuì en ese mundo de ilusiòn que hasta hoy conservo.
Y pasaron algunos años y continuò la leyenda,cada Navidad era una fiesta para mì,me quedo corta,
es mejor decir, era elaborada para mì, era el homenaje al eje pequeñito de la casa grande.
Y claro, còmo no serlo, la fiesta de Navidad como la concibo hasta hoy es la fiesta de y para los
niños,todo lo demàs es vano....Si, amigos lectores,porque la grande fecha del cumpleaños del
Niñito DIOS,se trastocò,bajando de categoria,transformàndose en comercial,que el regalo
para el ahijado, para la vecina,el amigo secreto,la refrigeradora nueva,el auto del año,la
perla para la novia,la esmeralda para la esposa,el brillante para la amante y que ni el silbato falte.
Y fueron pasando los años y yo creì en Papà Noel,me lo imaginaba montado por las nubes
en su trineo, arriado por los renos. Me preguntaba muchas veces, còmo rayos hacìa para
llegar a tiempo a visitar a todos los niños del mundo,¡què agitaciòn!
Y escribiìa siempre dos cartitas,la primera claro està, para el Niño Dios,contàndole
mi comportamiento del año,luego le sugerìa con profundo respeto,que me mande esto,
lo otro y aquello,despuès escribìa a Papà Noel o Santa Klaus, como tambièn yo lo
conocìa;les cuento que casi nunca llegò lo que yo pedìa,debe ser porque mi
listado anual era interminable.
Ahhh, mis navidades,mis navidades, què recuerdos para hermosos,mi mamà
(lèase abuelita),era una verdadera chef,cocinaba como los dioses,supongo que
a ustedes les habrà pasado lo mismo,porque siempre las abuelitas han sido
las mujeres perfectas de la alta cocina, al menos la mìa era asì,mi mami
(lèase quien me trajo al mundo),debo tenerlos locos a ustedes con mis
trastoques familiares,pero fuè asì,
en Navidad era la dueña de la mesa perfecta,vestìa de mantel largo y bordado
la mesa de la casa grande,que la vajilla, los cubiertos, las copas y demàs.
Era la fiesta de Navidad.
Seguramente ustedes recibìan los regalos esa misma noche,pues yo no,
como toda niña buena, a cierta hora me enviaban a la cama, y era el
25 de Diciembre cuando al despertar,la primera cosa que hacìa era
mirar debajo de mi cama, y ahì estaba esperando por mì, ¡el tesoro!
que el Niño Dios y Santa Klaus o Papà Noel dejaban para mì.
Y el 6 de Enero,habìa màs,otra fecha esperada por mì,en Italia
se celebra la befana, y como buena hija de italiano,me llevaban
al club,donde me esperaban los Reyes Magos,con bolsas màgicas.
Como leen ustedes Navidad y la Befana eran el tiro al blanco de
mi felicidad.
Hasta que una noche aciaga mi familia hizo ruìdo,despertè y los pesquè
in fraganti, no vino Santa Klaus o Papà Noel, lo que vì fuè el desfilar
de mi familia,ademàs en la casa grande no habìa chimenea,siempre
preguntaba por donde entrarìa el señor de las barbas, me contestaban
que por la ventana,y yo creìa como toda niña buena, pero en ese momento,
decidì mejor cerrar mis ojos, para que ellos no se dieran cuenta de
mi reciente descubrimiento.
Jugando y jugando el dìa 25,preguntè nuevamente,por la historia ya
mil veces contada, y me volvieron a contar el mismo cuento.
Pero què quiere que le diga a Ud. amigo lector,si es que aùn me lee,y¿ no se cansò de mì?
Que agradezco un millòn a mi familia por haber mantenido en mì esa ilusiòn,asì como
fuè la leyenda del ratòn, cada vez que se iba de viaje algùn diente de leche, es decir
haber prolongado en mì, eso casi perdido hoy, ¡la inocencia! Cada vez los niños
son menos niños, què pena que ma dà.
Hoy que es casi Navidad,recuerdo y vivo de ese pasado hermoso, que dejò huellas
muy profundas que se quedaron acostadas y recostadas de manera perenne,
en unas horas irè a la misa de Gallo con el baùl familiar prendido en mis
alas, brindarè por JESUS NIÑO, brillaràn mis ojos con las luces de Nochebuena,
irè a mi cama y al despertar, no mirarè debajo de ella.
La casa grande de corredores largos y balcones anchos
poco a poco se fuè desmoronando,partiò mi abuela,mi mami,mis ñaños,mi padre,
se fueron de viaje muy largo, quedamos mi sombra y yo,jugando
con los recuerdos, en suma la NAVIDAD de tan solo nostalgias...en otra
casa tambièn muy grande.
El 26 volverè a la tierra...
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