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- San Agustín, Obispo, Confesor y Doctor
- Paulo IV, Patriarca de Constantinopla
- San Moisés el Negro, Patrono de África
- San Hermes, Mártir
- San Julián de Brioude, Mártir
- Santos Alejandro, Juan III, Patriarcas de Constantinopla
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28 de agosto SAN AGUSTÍN, Obispo, Confesor y Doctor
Por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí. (1 Corintios, 15, 10).
San Agustín, hijo de un pagano de Numidia, que se convirtió al final de su vida, enseñó primero brillantemente retórica en Cartago, Roma y Milán, don de la lectura de un pasaje de San Pablo lo convirtió y donde San Ambrosio lo bautizó. De vuelta a África, después de haber perdido a Santa Mónica, su madre, en Ostia, retiróse a la soledad, y después fue ordenado sacerdote y llegó a ser obispo de Hipona. Entró en correspondencia con San Jerónimo y fue el azote de los herejes. Toda su vida lloró su juventud hasta humillarse por ella en el libro de las Confesiones. Su poderoso genio y su maravillosa ciencia brillan sobre todo en su célebre obra la Ciudad de Dios. Murió en su ciudad episcopal cercada por los vándalos, en el año 430, a la edad de 75 años.
MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE SAN AGUSTÍN
I. Este gran santo resistió hasta la edad de 32 años las inspiraciones de la divina gracia. ¿Acaso yo mismo no he resistido a la gracia? ¿Cómo pasé yo mi juventud? ¿He comenzado por fin a amar a Dios con amor profundo y sincero? ¡Cuántas veces he endurecido mi alma y he menospreciado el llamado del Señor! Comencemos a darnos a Dios. Ah Señor, tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. (San Agustín).
II. San Agustín, primero pecador y hereje, llegó a ser después un gran santo; renunció a sus errores y fue durante todo el resto de su vida, el hijo dócil de aquélla gracia que había perseguido. ¿A qué se debe que no imite yo a San Agustín en su penitencia, ya que lo imité en sus desórdenes? ¿Qué he de esperar de los afanes que me tomo por lucir en el mundo? Habré de morir y abandonar esos honores y esas riquezas; y ¿en qué pararé si no estoy en estado de gracia cuando Dios me llame para dar cuenta de mi vida? ¿A qué fin tienden todos nuestros trabajos? ¿Qué buscamos? (San Agustín).
III. San Agustín fue el doctor de la gracia; la defendió contra los herejes, explicó su naturaleza y descubrió sus maravillosos efectos. Enseña tú a los demás por qué medios podrán recuperar la gracia de Dios: trabaja en la conversión de los peca dores. Sé tú, a tu vez, discípulo de la gracia, si no puedes ser su doctor; estudia los movimientos que imprime a tu corazón, escucha lo que ella te inspira, obedécela fielmente. Si no haces a la gracia inútil en ti, producirá frutos abundantes. (Orígenes).
El deseo de la conversión Orad por las órdenes religiosas.
ORACIÓN
Dios omnipotente, escuchad benigno nuestras súplicas y puesto que os servís permitirnos esperar en vuestra bondad, dignaos, por la intercesión del bienaventurado Agustín, vuestro confesor pontífice, derramar sobre nosotros la abundancia de vuestra inagotable misericordia. Por J. C. N. S. Amén.
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28 de agosto SAN PAULO IV, * Patriarca de Constantinopla
¡Oh piadosa pobreza a la que se dignó abrazar con predilección el Señor Jesucristo, el que gobernaba y gobierna cielo y tierra y, lo que es más, lo dijo y todo fue hecho (Santa Clara).
Paulo IV, Apodado "el joven", era originario de Salamis. En el año 780, durante los últimos meses del reinado del emperador León IV, fue elegido patriarca de Constantinopla. Cuando la emperatriz Irene asumió la regencia, el santo abogó por la restauración del culto de las imágenes.
El año 784, se retiró al monasterio de Floro con la intención expresa de hacer penitencia por la negligencia y falta de valor con que había procedido durante la crisis iconoclasta. Hasta el momento de su muerte, ocurrida poco después, abogó por la convocación de un concilio contra los iconoclastas que se reunió el año 787.
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28 de agosto
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SAN MOISÉS EL ETÍOPE, Anacoreta Patrono de África
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Ya no necesito más: conozco a Cristo pobre y crucificado (San Francisco de Asís).
San Moisés el Etíope (330-405) Nació en Etiopía y llegó a ser un coloso capaz de tragarse medio cordero y un odre de vino en una sola comida. Era capitán de una banda de ladrones, que durante muchos años recorrieron las márgenes del Nilo robando y saqueando a las caravanas y navíos. Tras despojar a sus víctimas, a menudo las asesinaba para que no los denunciasen. Tocado por la gracia, conoció en el desierto al abad Arsenio y le pidió, con la espada en la mano, que le hiciera conocer a Dios. Arsenio lo encomendó a Macario, un monje que “tenía el don de amansar a las fieras”. Moisés comenzó a progresar con rapidez en la vida espiritual, llegando a ser sacerdote limosnero. Yendo un día cuatro de sus antiguos camaradas a robar, él los convirtió a Cristo, y tras ellos se llegaron muchos cientos de forajidos, que abrazaron su género de vida. Murió a manos de unos soldados que devastaban la región, pues no quiso abandonar el monasterio ante la inminencia del peligro. Dijo Simón a sus hermanos, recordando sus fechorías: “Salvaos vosotros. Yo me quedo, pues no quiero desmentir al Señor cuando nos dijo: “Quien a hierro mata, a hierro muere”. Fue asesinado en 405, a los 75 años. Es Patrón del continente africano.
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