un gran amor por los
enfermos y afligidos,
escucha nuestros ruegos e
intercede
ante el Padre misericordiosos
por los que sufren.
Asiste desde el cielo a
todos los enfermos del mundo;
sostiene a quienes han
perdido toda esperanza de curación;
consuela a quienes gritan o
lloran por sus tremendos dolores;
protege a quienes no pueden
atenderse o medicarse
por falta de recursos
materiales o ignorancia;
alienta a quienes no pueden
reposar porque deben trabajar;
vigila a quienes buscan en
la cama una posición menos dolorosa;
acompaña a quienes pasan las
noches insomnes;
visita a quienes ven que la
enfermedad frustra sus proyectos;
alumbra a quienes pasan una
"noche oscura" y desesperan;
toca los miembros y músculos
que han perdido movilidad;
ilumina a quienes ven
tambalear su fe y se sienten atacados
por dudas que los
atormentan;
apacigua a quienes se
impacientan viendo que no mejoran;
calma a quienes se
estremecen por dolores y calambres;
concede paciencia, humildad y
constancia a quienes se rehabilitan;
devuelve la paz y la alegría
a quienes se llenaron de angustia;
disminuye los padecimientos
de los más débiles y ancianos;
vela junto al lecho de los
que perdieron el conocimiento;
guía a los moribundos al
gozo eterno;
conduce a los que más lo
necesitan al encuentro con Dios;
y bendice abundantemente a
quienes los asisten en su dolor,
los consuelan en su angustia
y los protegen con caridad.