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MEDITACIòN CON UN ARCANGEL
Para invocar a un Arcángel debemos elegir un lugar cómodo y tranquilo, donde podamos realizar una meditación para poder conectarnos con su energía celestial. Podemos hacerlo solos o en compañía de otras personas.
Preparamos el ambiente con música agradable, luz tenue y perfumamos con un sahumerio de miel, ambar o mirra. La forma más adecuada para meditar es sentado con la espalda erguida, en pocisión de loto.
Se enciende una vela del color de llama que corresponda al Arcángel a invocar. Nos sentamos frente a la misma y mientras fijamos nuestra atención en la luz de la vela, comenzamos a respirar en forma rítmica, contando mentalmente hasta 4 en cada acto de inspiración y exhalación. Una vez alcanzada la relajación deseada recitamos la oración de invocación al Arcángel.
Es importante que la invocación se realice con amor y armonía, puesto los ángeles son energías muy sensibles que necesitan de este tipo de sentimientos para manifestarse.
A continuación imaginamos un lugar hermoso donde nos lleve nuestra fantasía y en el que se encuentren presentes los cuatro elementos de la naturaleza (agua, tierra, fuego y aire). Allí podremos ver todas las cosas hermosas de un mundo ideal en donde la atmósfera fresca nos llena de paz interior. Podemos recorrer mentalmente el lugar, tomar contacto con la naturaleza, y luego comenzamos a ver una luz brillante en forma de esfera con tonalidades blancas y doradas que se acerca hacia nosotros y nos envuelve. Después de esta maravillosa experiencia, y aun inmersos en esta esfera de luz, visualizamos a lo lejos la figura del Arcángel que se viene acercando totalmente iluminado con el color que le corresponde, lanzando destellos de energía. Una vez frente a él, lo saludamos con amor y respeto y le preguntamos si puede ayudarnos. Si nos responde positivamente, formularemos nuestro pedido o pregunta. Luego agradecemos su presencia y nos despedimos. Vemos como el Arcángel se aleja de la misma manera en la que se presentó, dejándonos una sensación de paz y amor inmensa.
Nuestro regreso debe ser tambien muy tranquilo, suave. Lentamente tomaremos conciencia de nuestro cuerpo y del lugar en el que nos encontramos.
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