Señor, el dia empieza. Como siempre,
postrados a tus pies, la luz del dia
queremos esperar. Eres la fuerza
que tenemos los debiles, nosotros.
Padre nuestro,
que en los cielos estas, haz a los hombres
iguales: que ninguno se avergüence
de los demas; que todos al que gime
den consuelo; que todos, al que sufre
del hambre la tortura, le regalen
en rica mesa de manteles blancos
con blanco pan y generoso vino;
que no luchen jamas; que nunca emerjan,
entre las aureas mieses de la historia,
sangrientas amapolas, las batallas.
Luz, Señor, que ilumine las campinas
y las ciudades; que a los hombres todos,
en sus destellos magicos, envuelva
luz inmortal; Senor, luz de los cielos,
fuente de amor y causa de la vida.
Mi cariño y que Dios te guarde,
"Si me equivoco, existo"
(San Agustín)