Una madre me dio el cielo;
y cuando pequeño fui mi
cuna no tuvo ángel...
estaba mi madre allí.
Y era tan dulce su acento,
eran sus ojos tan bellos,
tan blanda la cabecera
que me daban sus cabellos;
tan dichosa su sonrisa,
tan profundo su embeleso,
tan tiernamente inefable
sobre mis ojos su beso,
que yo ¡feliz!, no sentía
que dejaba, al despertar,
a los ángeles del sueño
por el ángel del hogar.
Manuel M. Flores
Felicitaciones a las madres en ese su día.
Quijote
|