La Gran Muralla de Nieve
Cuando el año 1814 empezó, tropas de suecos, cosacos,
alemanes y rusos estaban a media hora de marcha de la ciudad
de Sleswick. Noticias terribles del comportamiento de los soldados
venían desde el campo cada día. Se pensaba que el ataque final
llegaría la medianoche del 5 de enero, que se acercaba.
En las afueras de la ciudad, en el lado por donde venían los enemigos,
había una casa solitaria, y en ella había una anciana creyente, que
estaba orando seriamente con las palabras de un antiguo himno,
para que Dios levantase una muralla alrededor de ellos, para
que el enemigo no pudiera atacarles. En esa misma casa vivían
su hija, viuda, y su nieto, un joven de 20 años. Él oyó la
oración de su abuela, y no pudo evitar decir que no comprendía
cómo ella podía pedir algo tan imposible como que un muro se
construyera alrededor de la casa para librarlos del enemigo.
La anciana añadió: - "Sin embargo, ¿piensas que si fuera la voluntad de Dios construir
una muralla alrededor de nosotros, sería imposible para Él?
Llegó la terrible noche del 5 de enero y a la medianoche los soldados
empezaron a entrar en todos lados. La casa de la que hablábamos
estaba cerca de la carretera, y era mayor que las casas que estaban cerca,
que eran solo casas muy pequeñas. Sus habitantes miraban
con ansias o temor cómo los soldados entraban en una y otra
casa para pedir lo que quisieran; pero todos pasaron de largo
de su casa.
Durante todo el día había habido una terrible nevada
(la primera del invierno) y hacia la noche la tormenta se hizo
tan violenta que apenas se reconocía con otros años.
Al final cuatro partidas de cosacos llegaron, porque la nieve no
los dejaba entrar antes en la ciudad por otro camino. Esta parte
de las afueras estaba un poco lejos de la ciudad misma.
Las casas cercanas a donde vivía la anciana se vieron así llenas
con 50 o 60 de estos hombres salvajes. Fue una noche terrible
para los que vivían en esa parte de la ciudad, llena a
rebosar con tropas enemigas. Pero ni un solo
soldado entró en la casa de la abuela; y en medio
de los gritos de alrededor ni siquiera se oyó un
golpe en la puerta para asombro de la familia.
A la mañana siguiente, cuando salió el sol, vieron la causa.
La tormenta había descargado una cantidad tal de nieve entre la
carretera y la casa que no se podía llegar allí.
- "¿Ves ahora, hijo mío," -dijo la anciana- "que fue posible para
Dios levantar una muralla alrededor de nosotros?".
Renuevo de Plenitud
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