Hablando con el corazon
El australiano James H. Jauncey escribe
en Talking With the Heart: Cierta vez casé a un
soldado noruego con una joven mexicana.
Él hablaba poco de inglés, pero nada de español.
Ella no hablaba ni inglés ni noruego.
Jamás sabré cómo llegaron a casarse. Y ni siquiera me
imagino lo que será su futuro en cuanto a la comunicación
se refiera. No obstante, a pesar de las malas condiciones
lingüísticas, tenían una ilimitada y mejor posición que
muchas parejas que dominan por completo el idioma.
Esta extraña pareja había superado con creces el mensaje
de amor mutuo y parecían tener una extraordinaria
relación.
Quizá la comunicación sea fácil en ese escenario, con
el idioma o sin él. Con el tiempo, las emociones se
calman y aparecen las necesidades ocultas.
Aprender a hablar sobre las necesidades es un arte
difícil y pocos lo aprenden.
El romance es el campo de los sueños, las esperanzas
y las emociones. El matrimonio, sin embargo, es práctico.
Requiere que uno ajuste su agenda, establezca
prioridades, metas y obligaciones.
No quiero decir con esto que el matrimonio no pueda
incluir el romance, ¡puede... y debe hacerlo! Aún así, el
matrimonio añade otra dimensión que va más allá del
romance y de esa dimensión depende muy a menudo
la obra del matrimonio.
Antes de casarse las dos palabras más comunes son: Te amo. Después de casarse son: Comamos fuera.
Renuevo de Penitud
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