Gracias por no quejarte
En un viaje que hice recientemente estaba
sentado detrás de dos niños pequeños
que no estaban nada contentos de estar
en aquel avión.
Sus llantos de queja llenaban la cabina.
Justo antes de despegar, una azafata se
detuvo junto a ellos y les dijo con una gran
sonrisa: "¿De qué se trata todo este quejido?"
Luego de hacerle gracia al irritable niño
de 3 años y a su hermanita por unos minutos,
la azafata se inclinó y les susurró muy seriamente:
"Debo recordarles que en este vuelo
no se permiten las quejas."
Los pequeños se quedaron increíblemente
callados.
Eso hizo sentir mejor a todo el mundo.
El viaje se hace muy largo cuando uno
se tiene que sentar en la sección de quejas.
Renuevo de Plenitud
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