Haber sufrido un problema por el que se te ha caído el cabello ya no es tan traumático. La diseñadora Cristina Shamann ha pensado en esos casos y para esas mujeres ha creado su colección de gorros y sombreros denominada MOE, que en japonés significa florecer, renacer, volver a vivir.
Es el resultado de una experiencia familiar importante. De amigas que, de repente, por problemas médicos básicamente, o por tener que enfrentarse a sesiones de quimioterapia duras, pierden el pelo y empiezan a pedirme auxilio. El proceso fue largo y costoso, porque son piezas únicas, comenta la creadora.
Su proyecto MOE está desarrollado en colaboración con el centro oncológico Anderson de Madrid (España), donde algunas pacientes se prestaron voluntariamente a darle indicaciones. Me dijeron qué era lo que necesitaban. De alguna manera ellas me marcaron la pauta, añade la modista.
El sombrero cumple dos funciones fundamentales: protege del sol y protege del frío, no es meramente una cuestión estética.
El objetivo de MOE es aportar un granito de felicidad en una situación que no es agradable para nadie. Son mujeres que están pasando por una época malísima, y que además tienen que pasar por el suplicio de no tener con qué cubrirse la cabeza. Yo digo que mis sombreros acarician la cabeza. Cumplen unas necesidades específicas. Se utilizan para ir a buscar a los niños al colegio, ir al supermercado, a trabajar... Es muy sencilla, lavable, transpirable, suave y muy cómoda. Además he intentado que los sombreros tengan un poco de volumen, porque favorece. Los materiales son el algodón y seda cien por cien natural, así transpira y no te da calor en verano, matiza la diseñadora.
Cristina Shamann comenzó en el mundo del diseño desde abajo, como principiante en un taller de sombrerería y ensayando sus artes en los famosos carnavales de Las Palmas, y acabó sus estudios en Nueva Cork, pasando por México.
La diseñadora utiliza materiales nobles, porque es muy difícil trabajar, por ejemplo, con un poliéster o con componentes químicos, porque no obedecen a la plancha y no consigues unas curvas limpias, las cosas quedan se quedan arrugadas, fruncidas..., comenta Cristina.
MARTA DE LA FUENTE.