LIBERTAD:
Dios
no obliga a aceptarle. Su Supremo regalo es la libertad.
Somos libres
para amarle y volverle a servir en Su reino trascendental
bienaventurado o permanecer en este mundo lejos de Él.
El uso correcto de la libertad consiste en volverse
devoto de la Suprema Personalidad de Dios.

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