La bondad perdura
Puede haber montones de cosas por las cuales temer,
pero siempre
hay más cosas aún por las cuales animarse.
A pesar de que a veces la
maravilla de la vida pueda relativizarse,
de ninguna manera decae, jamás.
Mira a tu alrededor,
observa con cuidado y hazlo desde el corazón.
Verás bondad
brillando con fuerza prácticamente
en todas direcciones.
Por cada persona insensatamente destructiva,
hay cientos, incluso miles,
esperando en silencio y desinteresadamente
la oportunidad de consolar y sanar.
Por cada acto de violencia,
hay miles de actos de amor y compasión.
Ante una tragedia, o cuando los desafíos
parecen abrumadores, siempre hay
montones de personas ansiosas por ayudar.
Cuando hay que hacer algo,
alguien
encontrará la manera de hacerlo.
Irónicamente,
es en los momentos más trágicos
y terribles cuando se hace
evidente e innegable que la vida en si misma
constituye un tesoro incomparable
y sin igual.
Y así la bondad perdura pese a todo,
fortaleciéndose cada vez
más gracias a las pequeñas cosas
que se oponen a ella.
No hay manera de evitar
que así sea.
Contamos con la sabiduría suficiente
como para dejar que llegue a
nuestras vidas toda la bondad
que podríamos llegar a recibir.