En
el correr de los años, muchas veces nos deparamos
con pérdidas
terribles, por ellas asumimos
actitudes y hacemos cosas que jamás
soñamos
hacer, pero las mismas siempre nos traen
una moraleja, un
aprendizaje.
Yo he aprendido que más allá de mi soledad,
existe un
personaje extraordinario.
Esos
hermosos amigos que creemos saber
como piensan y como son, y que nos
brindan
una mano cálida. Siendo perfectos desconocidos,
nos brindan más
que los que dicen ser nuestros amigos cotidianos.
No
conocemos sus rostros, ni sus voces,
ni su color de piel, apenas sus
pensamientos
y la esencia misma del ser humano,
y se tornan tan
indispensables como el aire mismo.
Son
el susurro de nuestros pensamientos,
son aquellos que por la distancia
son capaces
de oír de nuestra tristeza, y cobijan nuestros
ojos con
frases que nos hacen sentir personas
y que la soledad, quedó para
quienes son menos afortunados.
Son
aquellos que no estando cerca,
sentimos muy presentes en nuestras
vidas,
encontramos en algunos un algo especial,
que nos vincula y a
ellos somos capaces
de decir lo que callamos y a ellos desnudamos el
alma.
En
el silencio y el frío de una habitación
encontramos, un ser capaz de
escucharnos y
oír de nuestras tristezas,
de vez en cuando arranca una
risa y muchas sonrisas.
Otros son capaces de confrontarnos con el niño que llevamos dentro.
Muchos se vuelven tan indispensables,
que al llegar a casa lo que deseamos es que se encuentren conectados.
Los
ciber se convirtieron en las estancias
del hogar de una familia, que
tras una pantalla forma
hermosos vínculos de amistad, muchos
descubren
el amor, y otro el reencuentro con
ese sentimiento. Algunos entran solo
para observar que se dice en el chat.
De
todo esto solo una cosa lamento,
que podamos hacer lazos tan fuertes de
esta
manera, sin mirarnos a la cara, ver el brillo
de los ojos de quien
nos escucha y nos da una frase amiga.
El
vacío de la proximidad, la carencia del
contacto de la piel, el oír el
susurro
de las palabras que dejan huellas en nuestras vidas.
A
ti quiero dedicar estas palabras,
pues tú has estado en los momentos
que la
soledad corroía mi alma, y el dolor
arrancaba una lágrima de mis
ojos.
Tú fuiste capaz de arrancar una sonrisa en
un rostro que hace tiempo pocos hacían sonreír.
Tú
sembraste en mi alma la esperanza de
un lugar donde llegar y con quien
conversar,
fuiste capaz de destapar la caja de Pandora
de mi vida y
muchas veces fuiste la
brújula que me indicaba el camino a la
esperanza.
Y
sé que todo eso sin saber, que fuiste autor
anónimo del renacer de una
vida,
de una confianza y devolviste la fe en la palabra amistad.
Gracias
por entregarte sin esperar nada a cambio, y haberme dado tanto. Gracias
por estar, y haber sido la mano presente que me dio coraje, para alzar
mi rostro y mi mirada nuevamente a la esperanza de la vida.