Fábulas y espíritus        Hace algunos años dos hombres estaban sentados uno frente al otro en un tren. Uno leía su Biblia mientras el otro lo observaba. Finalmente, éste se decidió a preguntar: –Discúlpeme, ¿es acaso una Biblia el libro que está leyendo? El lector levantó la vista y contestó: –Sí, es la Biblia, la Palabra de Dios:        –Ah, prosiguió el otro, estoy verdaderamente sorprendido. Usted parece un hombre culto y no sabía que gente inteligente aún leyera la Biblia. Cuando yo era niño también creía en esas cosas, pero a medida que mi horizonte se ensanchaba, descubrí que este libro no vale nada. Estoy convencido de que llegará el día en que el mundo civilizado no le dará más importancia que a las viejas ideas acerca de espíritus. El creyente contestó tranquilamente: –Puede ser que usted tenga razón, pero la gente cuanto más se aparta de la Biblia, más vuelve a creer en los espíritus.        Se puede decir que este tiempo se ha acercado. Muchos se han apartado conscientemente de las verdades de la Escritura y es triste ver a qué extravío ideológico llegan. Tal vez algunos piensen que esta afirmación es exagerada. Pero es una conclusión lógica cuando se estudia más de cerca la Biblia. Lo confirma el versículo del encabezamiento, pues habla de gente que se volverá a las fábulas.        Quien busque alejarse de las tinieblas de la superstición y de los extraños mitos de los tiempos actuales o pasados, siempre hallará, en la Biblia, el único medio de protección contra los engaños de los poderes ocultos.