AMIGA
Te brillaban dos lágrimas por fin nos despedimos sin poder compartir el aluvión de noche
pero tú me sabías rompiéndome en aceras recorriendo senderos sin gravedad deshechos alejándome progresivamente por el vasto universo de veloces esferas desde aquel chorro negro en cuyo centro el yo se quedaba en la ráfaga el punto donde nada ni nadie sólo el deseo con su vientre de lava la muerte por los brazos cargando pesadez cargando frío dejándolos colgar desasiéndose aplastándose la cabeza también como un cometa dormido rodando a miles de kilómetros ya la vez en tus pupilas húmedas brillantes como estrellas en el agua de la noche de esa noche cuando abierto y desnudo el corazón como las rosas que desnudan su cráter y el cuerpo les da vueltas como fuego en racimos devorador de órbitas elípticas que ensanchan el espacio infinito dejaba sólo sólo sólo ese punto lejano y arraigado negro insaciable pozo de tortura y destello que reclama violento más viento entre los sauces que lloran más delirio en las cascadas irisadas más cobijo en las manos de la lluvia más temblor en el beso de la tierra y agónico encuentra nada más el pánico de miembros desarmados y se entrega fieramente al sueño extraño en la ebriedad y veneno de un instante de amor propio inasible incomprensible inexpresable intransmisible incomunicable incompartible a penas un ahogo perecer
y todo en tu pupila impregnada de infancia.
"Libro de alienaciones" 1980
Clara Janes
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