Te doy gracias, Señor, en este día
porque en el centro de tu cruz preciosa
estoy crucificada con la rosa
sangrante de tu mística agonía.
Hoy me siento sembrada de alegría
al sentir que tu mano bondadosa
me lleva por la vía dolorosa
y por la senda de tu amor me guía.
Estuve a punto de morir de pena
al rechazar en vano esta condena
y en vano maldecir este dolor.
Pero tú me esperabas día tras día
perdonando mi inútil cobardía
y hoy me entregas al reino de tu amor.
Te doy gracias, Señor,
por esta nueva soledad de ahora
tan llena de luz y de verdad,
libre ya el corazón de sus amarras
la mente supera la distancia
entre el bien y el mal.
Por el diáfano arcano del silencio,
por la sabia sublime del dolor,
por las sombras que ocultan la alborada
e iluminan el fondo de mi nada,
te doy gracias, Señor.
Porque voy poseyendo día tras día
la fe en tu doctrina y en tu amor,
por darme libertad de pensamiento,
poemas, voluntad y entendimiento
Te doy gracias, Señor.