No permita que la depresión arruine su
vida
Si me
pregunta el nombre, le diré simplemente que se llamaba José. Un extraordinario
ministro del Señor. Era pastor en el tradicional sector de El Batán, en Quito.
Nos conocimos en un evento internacional que realizó la denominación en la que
fui ordenado al ministerio. Y entablamos una buena amistad. Le responderé,
insisto, que se llamaba José y que era un amigo
mío.
Murió
seis meses después. Se quitó la vida. Un domingo en la tarde, aprovechando que
su esposa y los dos hijos habían salido a pasear. Partió a la eternidad. Lo hizo
presuroso, porque no esperó que Dios lo llamara. Él se fue por su cuenta. El
médico que lo atendió coincidió con los familiares: había tomado la fatal
decisión bajo el peso de una profunda
depresión.
Desde
entonces esa palabra, pequeña pero de mucha significación, tomó fuerza en mi
mente ya que no podía explicarme por qué razón un predicador elocuente, tomado
de la mano de Jesucristo, había tomado una determinación contraria a cualquier
principio bíblico.
La
depresión se manifiesta con síntomas físicos y emocionales. Los físicos se
relacionan con tristeza permanente, sensación de vacío o desesperanza,
nerviosismo, estrés, sentimiento de culpa, irritabilidad, intranquilidad,
ideación suicida y dificultad para concentrarse. En cuanto a los físicos: dolor
de cabeza, cansancio, trastornos en los patrones de sueño, bajo
apetito.
Uno
de los papiros más antiguos de Egipto, el de Ebers, alude a la depresión lo
mismo que escritos de Hipócrates en el siglo IV a.C. Los dos se referían a este
mal humano como "melancolía".
La
ciencia explica su ocurrencia en las personas como producto de un desbalance de
los neurotransmisores en diferentes partes del sistema
nervioso.
La
búsqueda de Dios, una solución
En la
Palabra encontramos que la búsqueda de Dios, en oración, contribuye a mantener
una muy buena salud mental. El apóstol Pablo escribió: "Y el mismo Señor de paz
os de siempre paz en toda manera..." (2 Tesalonicenses 3:16
a).
Hagamos de nuevo la pregunta, ¿quién es el que trae paz a
nuestro ser? Las Escrituras son claras al enseñar: Dios. Él es "Dios de paz" y
quien nos concede ese equilibrio que tanto anhelamos. A decisión es de cada
cual. ¿Está dispuesto a abrir su corazón para que el amado Señor obre en su
menté, su cuerpo y su espíritu? Él es la fuente de la
paz...
d/a
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