A Dios
Me dirijo a Ti porque eres el consultor de todos los problemas, el inspirador de todos los planes y el conductor de todos los caminos.
Me dirijo a Ti a ver si puedes darme la seguridad de que soy lo que Tú quieres y como Tú quieres. Tengo la sensación de que me demoro en el camino que me has trazado, que vivo en desperdicio de actividades y de talentos, que dejo de mano lo que para mí resulta imposible, pero que Tú podrías resolver si sólo lo dejara a Tú cuidado.
Me dirijo a Ti porque eres mi padre y, cuando tengo la impresión de fallarte, algo en mi interior se desnivela y se desequilibra, algo me dice que vivo cansada, de prisa, de golpe en golpe, de experiencia en experiencia… cuando la vida debe ser un aprendizaje continuo y reposado, un enriquecimiento armonioso de todo nuestro ser.
Me dirijo a Ti, Señor, para que no me dejes caer en la presunción de hacer preguntas. Que respuestas entendible podrías darle a mi pequeñez, si tu sabiduría supera todas las inteligencias y Tú mente abarca todas las mentes?
Señor, Tú sabes que somos contradictorios y confusos, que vivimos presionados y llenos de vacíos, que no sabemos manejar esa soledad que a veces no es sosiego, sino miedo. Tú sabes que a veces un granito de Dios basta para hacer del alma luz y de a la vida un portento. Pero a veces todo el sol no basta para dar claridad a nuestro camino. A veces los árboles no dejan ver el bosque y las espinas no dejan ver las rosas. A veces hay