Duele el silencio
Toco
a tu puerta, esperando que se abra, espero verte, la puerta esta
cerrada. Pregunto al viento, mi cómplice de cuitas, no me responde,
también sopla en sordina. Espero una palabra, tu boca esta callada. Espero
un guiño, una mueca, una mirada, mis ojos escudriñan, de ti no encuentran
nada. Duele el silencio, tu silencio duele.
Daña aquí dentro tu cruel
indiferencia. Hiere tu distancia y tu falta de presencia. Más hieren tus
ausencias de respuestas. Tortura el silencio de tu risa y tus
enojos, también del susurro, que mi nombre deletrea. Lacera los oídos la
falta de oraciones, y lastima la carencia de un saludo o despedida. Duele
el silencio, tu silencio duele
No es solo el silencio de sonidos
conocidos. Es la ausencia de decires por pluma dibujados. Es la retirada
de ademanes expresivos. Son huidas de posibles encuentros de
miradas. Amiga, levanta las barreras del castigo, perdona mis acciones y
palabras ofensivas. Porque duele el silencio, tu silencio duele. Duele en
el sueño, la vigilia, la piel y la razón.
El viento, la nieve y las
heladas del invierno, ahogan los sonidos y escarchan las
palabras. Aquellas hilvanadas en febrero del verano, y que estiraron el
calor hasta mayo del otoño, palabras que callaron en el apogeo del
solsticio. Ay amor, si supieras como duele tu silencio, quizás cantarías
con fuerza, contra el viento, y gritando romperías, del hielo, los
cristales.
Vicente Herrera
Márquez
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