Adviento tiempo de esperanza, en el seno de María crece el fermento de un mundo nuevo, el hijo del Dios vivo que llega a compartir con nosotros. Nace Emanuel, Dios-con-nosotros, hecho niño pobre, pequeño y necesitado. María nos enseña el camino para hacer nacer a Jesús en nuestro tiempo: confianza, entrega, fidelidad, coraje, y mucha fe en el Dios de la Vida. Tiempo de espera, de atención y cuidados, de respeto y contemplación. Señor, hay mucho dolor en nuestro tiempo, hay sufrimiento e injusticia, ayúdanos a sembrar semillas de esperanza
Descúbrenos la alegría de la paciente espera, activa y fecunda, comprometida por la vida de los que nos rodean. Enséñanos a hacer crecer la esperanza de algo nuevo, anímanos a entregar nuestras vidas para la construcción del Reino. Es tiempo de espera, Señor, pero también es tiempo de donación y compromiso efectivo.
El Adviento
La palabra “Adviento” significa “venida” y esta venida se refiere, por supuesto, a Cristo — el Señor que viene, el Señor que está por llegar.
El Adviento es el tiempo en que los bautizados nos preparamos espiritualmente a celebrar la Navidad que conmemora la“primera venida” de Jesús. Pero al mismo tiempo, el Adviento hace que nuestra atención y nuestra esperanza se dirijan hacia la“segunda” venida del Señor que ocurrirá, como El lo prometió, al final de los tiempos para consumar nuestra redención y salvación. Podemos decir que nuestra vida entera es como un adviento— el tiempo que Dios nos concede para prepararnos al encuentro definitivo con El. Y es que tal como Cristo se encarnó para llevarnos a todos con Dios, así también nosotros, como hijos de Dios, estamos llamados a colaborar con El para acercar a todos los hombres a Jesús.
El Adviento se inicia cuatro domingos antes de Navidad y es el ciclo litúrgico que a lo largo de todo el año nos conduce a vivir el misterio de nuestra redención — meditar en él, celebrarlo y transformar nuestra vida bajo la acción del Espíritu Santo. Durante esas cuatro semanas la Iglesia, a través de las lecturas de la Misa dominical, invita a los fieles a profundizar en el misterio de la venida histórica del Señor y esperar anhelantes la segunda venida de Cristo, en Su gloria y majestad. A continuación se propone un sencillo programa espiritual para vivir el Adviento en familia.
Meditaciones para el Adviento
• Primera Semana – Adoptemos una actitud de espera vigilante, que es gozosa porque sabemos que la salvación está cerca. Seamos asiduos en la oración personal, familiar y comunitaria. Invitemos a la Virgen María a que nos enseñe a esperar al Señor. Recemos el Rosario todos los días y si ya lo hacemos, que sea con mayor fervor. Participemos en la Santa Misa cada domingo con todo el corazón.
• Segunda Semana – Decidámonos por la conversión. Limpiemos nuestro interior para recibir al Salvador. Ahí, donde no se ha dado el amor, el perdón, la armonía, la fraternidad, pidamos a Dios que nos llene de Su amor y nos dé la fortaleza para reconocernos pecadores y purificar nuestro corazón. Sigamos orando y... ¡acudamos al Sacramento de la Reconciliación!
• Tercera Semana – Abramos nuestro corazón para que acoja con alegría al Señor. Estemos gozosos, desbordantes de alegría porque Jesús viene a nosotros, El viene a salvarnos. Desterremos toda desesperanza, renovemos nuestra fe en las promesas del Señor. Sigamos orando y seamos también asiduos en leer la Palabra de Dios.
• Cuarta Semana – Meditemos en el misterio de María, la Virgen que dará a luz un hijo. Leamos diariamente un trozo del Evangelio — la Anunciación, el viaje a Belén, el nacimiento de nuestro Salvador... Pidámosle a Dios que podamos hacer vida Su palabra para que Jesús pueda venir a nacer en nuestro corazón. Que todas las celebraciones en las que participemos sean una prolongación de nuestra preparación espiritual.
¡Como vivamos el Adviento, así será nuestra Navidad!
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Sólo si asumimos el nacimiento de Jesús, Nuestro Salvador, como única razón para la alegría, podremos vivir y disfrutar a auténticamente la Navidad. El Adviento es tiempo de fe, esperanza y alegría porque Dios se ha hecho hombre, porque El nos ama tanto que ha decidido a vivir entre nosotros y ser uno de nosotros. La alegría fundada en la presencia de Cristo entre nosotros nos ayudará a salir adelante, aún en tiempos difíciles . La sola presencia de Dios puede transformar nuestras vidas, si nosotros se lo permitimos. Y es que precisamente entonces cuando tenemos que valorar nuestra fe y esperanza, el significado que tienen en nuestras vidas. Por tanto, el Adviento es también momento de hacer a un lado las preocupaciones y ponernos en manos de Dios, porque a pesar de cualquier circunstancia, de cualquier dificultad, si nosotros tenemos a Jesús —¡lo tenemos todo!
Pidámosle a Dios que nos enseñe a amar y nos conceda descubrir el amor en nosotros y en nuestra familia. María nos acompañará y también José. Y así, unidos a Ellos, salgamos al encuentro de los demás — de ese vecino solitario, del que está enfermo, del anciano, del joven y del niño que encontremos a nuestro paso, para llevarles la buena nueva: ¡Nos ha nacido un Salvador!
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