Oh dulcísimo Jesús Cordero de Dios, que has venido al mundo a quitar los pecados de las almas. Aquí nos tenéis, Niñito de Belén, te amamos, te adoramos queremos aprender tus divinas
enseñanzas porque. Tú eres nuestro modelo y Maestro.
Nos consagramos a Ti, Divino Niño, y te suplicamos humildemente nos
enseñes el amor a la inocencia, a la santa pureza y santidad de vuestra vida;
enséñanos el amor a la cruz del sufrimiento, a la pobreza y humillación. Enséñanos a obedecer a nuestro Dios; a nuestros padres a nuestros superiores y a nuestros
maestros, para que imitándote en el Pesebre de Belén
y en tu vida oculta de Nazaret, te sigamos hasta el Calvario
y resucitemos contigo en la gloria, para librarnos del Infierno y amarte,
con los Ángeles y Santos para toda la eternidad, en el cielo.