Martes 1 de diciembre del 2009
Soy fuerte en espíritu, mente y cuerpo.
Curación
Es natural querer apresurar el proceso de curación cuando no me siento bien.
Deseo sentir energía, contar con la fortaleza de mis músculos
y disfrutar de vigor.
Mas, cuando descanso y presto atención a mi cuerpo,
sano más rápidamente. Le pregunto a mi cuerpo, como lo haría con un niño:
“¿Qué necesitas?” Y presto atención a la respuesta,
atendiendo a mi cuerpo con sabiduría y amor.
Durante el proceso de curación, aprecio la complejidad de mi cuerpo,
el latir de mi corazón
y lo intrincado de cada órgano y célula.
Afirmo que la vida divina y la energía sanadora me hacen fuerte y saludable.
Doy gracias por la capacidad que Dios ha dado a mi cuerpo
para sanar y restablecerse.
Porque contigo está el manantial de la vida;
en tu luz veremos la luz.—Salmo 36:9
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