Confío en la luz del Espíritu para que me muestre el camino.
Luz
Mirar la llama de una vela puede ser una práctica relajante que lleve a una meditación profunda. La luz de la vela refleja la luz del Espíritu en mí y me recuerda la luz espiritual que resplandece en todos. Confío en la luz del Espíritu para que me muestre el camino cuando la vida parece compleja o confusa. Me aquieto y, al hacerlo, la conciencia de la llama que arde en mí como energía de vida aumenta.
La luz del Espíritu transforma los pensamientos que tengo en mente, las palabras que digo y las acciones que llevo a cabo. La luz del Espíritu me permite ver la luz en los demás y en mí, y respondo a la vida de una manera nueva y significativa.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa.—Mateo 5:15