Te veo como Dios te ve, como una expresión perfecta del Espíritu.
Orar por otros
Cuando oro, veo más allá de cualquier dificultad aparente en las vidas de mis seres queridos. Dejo ir la preocupación y los veo como Dios los ve: expresiones perfectas del espíritu divino. Aprecio al Cristo radiante de sus seres. Afirmo que el poder del Cristo morador en ellos es capaz de sanar cualquier condición y de establecer alegría en toda área de sus vidas.
Sé que no hay decisión, elección ni preocupación que sea mayor a la Mente Divina. Y ésta se expresa en cada persona como sabiduría y buen juicio. Me veo y veo a cada persona que mantengo en oración como canales abiertos del bien de Dios. Un bien que se manifiesta como salud, amor y prosperidad.
Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: “Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis.”—Lucas 10:23