En
los exámenes de conciencia yo suelo sacar siempre bajas
calificaciones. Por eso, he decidido esperar mejor el examen final.
Creo, sin embargo, que Dios es pródigo en segundas oportunidades. Soy
terco en la maldad, pero Él es más terco aún en la misericordia. Eso
no significa que quiera yo formarme un Dios blandengue a la medida de
mi conveniencia. Significa que no quiero perder nunca la esperanza que
tengo en Su Infinito Amor.
Hago
la contabilidad de lo que fui el pasado año. El saldo es, como
siempre, desfavorable a mí, pero no caigo en desesperación. La pérdida
de fe en mí aumenta, la fe que tengo en quien me creó, y eso me hace
ver en este nuevo año una nueva oportunidad que Dios me da. Procuraré
ser mejor a fin de parecerme a Él, pues Él me creó a Su Semejanza. Tal
es mi propósito de año nuevo; tal es mi propósito de yo nuevo.
D/A