El egoísmo suele verse
más como un
fenómeno del lado de
los antivalores
que del
trastorno.
Decimos que el egoísta
es indoloro,
mezquino o miserable,
pero nunca lo
vemos como una posible
patología;
¿acaso la gula no ha
sido elevada
(¿o devaluada?) al rango
de
"trastorno de la
conducta alimentaría?".
Desde mi punto de vista,
hay que
considerarlo como una
enfermedad
del yo
acaparador.
Además de un acto de
mala educación,
es un atentado a los
derechos humanos,
una violación del
principio de la reciprocidad,
una conducta
depredadora, o si quiere,
un patrón antisocial.
A veces la avidez es tan
arraigada,
es tan visceral, tan
destructiva, que para
modificarla se requiere
la intervención
psicológica o
psiquiátrica.
No disculpo a los
egoístas, sino afirmo
que están aquejados de
una
enfermedad
perversa.
Un hombre violador o
golpeador, además
de recibir sanción
moral, debe ser
atendido clínicamente.
En un conocido
diccionario,
Egoísmo se define como;
"Inmoderado y excesivo
amor que uno
tiene por si mismo y que
le hace tender
desmedidamente a su
propio interés",
sufre de egocentrismo:
"Soy el centro del
universo".
El egocéntrico,
inevitablemente, desconoce a
todo interlocutor y
destruye toda
posibilidad de
relación:
"Sólo yo existo".
El inmoderado y excesivo
amor por si
mismo hace referencia de
la egolatría,
lo que se conoce como
mecanismo
o culto al
ego.
El Ególatra desconoce la
empatía.
No posee la capacidad de
amar porque el
amor propio le demanda
todo su
potencial afectivo.
Siguiendo las premisas
de la ética de la
consideración, la
asertividad bien entendida
trata de equilibrar el
yo autónomo
(independiente) con el
yo considerado
(interpersonal).
La combinación de ambos
me permite
comprometerme con la red
social/afectiva
a la cual pertenezco y
sostener al
mismo tiempo un
territorio de
reserva personal.
Laín Entralgo se refiere
al momento
coafectivo de la
relación interpersonal,
determinado por dos
aspectos afectivos
fundamentales, sin los
cuales no puede
existir ninguna
relación:
(a) la compasión
(padecer íntimamente con
el otro sus
vivencias penosas) y
(b) la congratulación
(gozar íntimamente con
el otro
las vivencias gozosas).
¿Qué es ser egoísta?:
Es renunciar a la
condición humana,
a lo coafectivo, es
desconocer que
somos prolongaciones de
los demás.
Aunque a los egoístas no
les guste, estamos
conectados unos a otros
por naturaleza,
intercalados,
apretados, casi abrazados,
de tal manera que
ignorar al prójimo
es negarse a si mismo.
La carencia de amor, la
ausencia
de empatía y la
indiferencia acaparadora
son formas de agresión
encubierta,
violencia enfermiza que
merece,
además de repudio, ayuda
profesional.
De no ser así, seríamos
egoístas con
los egoístas: una bola
de nieve
de enemistad aplastante.
Autor:
Walter Riso
