Si la sombra de los días tristes te perturba, eleva el pensamiento hacia Dios, que está en cada uno de nosotros.
La victoria nos llega por medio de las luchas que libramos dentro de nosotros mismos.
Si las penas amargan el cuerpo, sirven para aliviar el corazón. Y después de vencer, esparceremos amor en torno nuestro, porque, por el amor, conseguimos vencernos a nosotros mismos.