Hoy… El Señor Extenderá Su Mano.
En resumidas cuentas, al Señor le encanta que
nos comuniquemos con Él. La comunión
con Él es una calle de doble sentido, un diálogo;
es compartir recíprocamente. Así como Él
abre Su corazón y Sus planes para nosotros,
con toda certeza también anhela que nosotros
“derramemos [nuestro] corazón” ante Él.
Nos llama a un diálogo íntimo y personal. Quiere escuchar todo lo que respecta a nuestras
vidas, desde asuntos que nos causan
incertidumbre como una próxima entrevista
de trabajo, hasta enormes obstáculos como
la leucemia de una hija única. La oración nos libra de preocupaciones y
ansiedades. Ningún asunto o necesidad es demasiado grande
o demasiado pequeño para llevarlo ante el Señor. Dios desea el intercambio libre y abierto que
puede tener con nosotros mientras oramos,
muy parecido a cuando los padres disfrutan la
conversación que tienen con sus hijos que
regresan a casa durante las vacaciones de
primavera de su primer año en la universidad.
Pero debemos tener cuidado de no pensar que la
oración debe realizarse en períodos de tiempo
establecidos y requeridos, como si obtener una
respuesta de Dios fuera como comprar un refresco
en una máquina despachadora; se requieren varias
monedas (minutos) antes de que puedas
oprimir el botón seleccionado. Algunas veces nos preocupa cuánto tiempo
debemos orar, especialmente cuando leemos la
pregunta de Jesús a Sus discípulos:
“¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?”. Cuando Jesús hizo esa pregunta, estaba enfrentando
la agonía culminante de Su prueba crucial.
Jesús en Su condición absolutamente humana,
estaba clamando por compañía y compañerismo. Fue una petición planteada en vista de Su
necesidad personal, no una imposición dictada
por Él para establecer el tiempo estándar
mínimo de una oración verdadera. Él sabía lo que era tener un espíritu dispuesto,
pero la carne débil, y esa es la razón por la que
les pidió a Sus discípulos que oraran para que no
se encontraran en situaciones en las que su carne
fuera fuertemente tentada a ir contra la
voluntad de Dios. Tiene más significado lo que oramos que
cuánto tiempo oramos. Porque él me escucha, se que hoy extenderá
su mano en mi favor. Gracias, Señor por darme de tu amor y comprensión.
Esa seguridad me sostiene hoy.
En el Nombre de Jesús.
Amén.
Dr. Daniel A. Brown.
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