Reyes Magos.
Imitemos a los Reyes Magos que, dejando su tranquilidad y comodidad, salieron en busca de Jesús, recorriendo lugares desconocidos e inhóspitos. Nosotros también debemos dejar la comodidad de nuestro yo y partir sin demora al encuentro de Jesús. No seamos cómodos y hagamos el esfuerzo de seguir la estrella, que al final del camino encontraremos al Señor esperándonos en el Cielo.
Toda nuestra vida sobre la tierra es un peregrinar. El tema es que peregrinemos en la dirección justa, porque si caminamos y no sabemos hacia dónde vamos, no llegaremos a ninguna parte. En cambio nosotros caminamos hacia Jesús, hacia el Cielo.
No importa que por momentos perdamos el rumbo y nos desorientemos, porque si tenemos buena voluntad y buenas intenciones, el Señor nos hará encontrar nuevamente el camino.
Pensemos en lo que habrán dicho las personas que veían pasar la caravana de los Magos. Habrán dicho que eran unos ilusos, unos locos, siguiendo una estrella, siguiendo una ilusión. Tal vez puedan decir lo mismo de nosotros al vernos empecinados en seguir el camino de los Diez Mandamientos que conducen a Dios, quizás se rían y burlen de nuestra estupidez. Pero así como los Magos encontraron lo que buscaban y los demás se quedaron en la ignorancia; así también nosotros encontraremos al final del camino al Señor y ellos se quedarán sin conocerlo, para siempre perdidos en el Infierno.
Tenemos que saber que si nos decidimos realmente a seguir el camino que conduce a Dios, el mundo se burlará más o menos de nuestra necedad y nos tomará por ilusos o locos. No importa, al final se verá quiénes eran los que estaban en lo correcto y quiénes eran los que se equivocaron.
Demos gracias a Dios que conocemos el camino y que si queremos, la estrella nos guía. Por un camino difícil llegaremos a destino y exultaremos de gozo cuando se nos abran las puertas del Paraíso y nos postremos delante de Dios uno y Trino y le adoremos, ofreciéndole nuestros dones, toda una vida de amor y sacrificio.