Desde mi ventana miro el césped seco de Brasilia y pienso.
“Otra vez se murió el césped”. ¿Sabes?, la merced donde se levanta Brasilia tiene un clima ingrato, de Mayo a Setiembre no cae ni una gota de agua, uno mira el césped y siente dolor, da la impresión de que nunca más volverá a renacer; de que definitivamente está muerta.
Pero un amigo se acerca y me dice: “Tú no conoces el césped de Brasilia, espera que caigan las primeras lluvias y de allí, de donde tú piensas que ya no existe nada, renacerá el césped.
Tal vez, tú te estés preguntando ¿Qué tiene que ver el césped de Brasilia conmigo?, y yo te respondo ¡mucho! Porque, en el atardecer de un año que se fue tal vez se quedó por allí un plan marchitado por el tiempo, o un sueño cubierto de polvo por las circunstancias.
No importa, las primeras gotas de la lluvia de un año nuevo están llegando a tu vida y de allí, de donde parece que no hay nada más, puede renacer la esperanza.
El Señor Jesús está contigo, él es la lluvia matutina que llega a la vida, a una vida seca y la transforma en tierra productiva.
Este año puede ser el más productivo de tu vida.