Un breve recordatorio de que existo en algún punto indeterminado de tu geografía que mentalmente intento descubrir. Deseos que despiertan más deseos. Deseos de sueños que en sueños se hacen realidad.
Tu cuerpo desnudo junto al mío. Bajo mi cuerpo. Sobre mí. El espasmo del amor en una descarga. Se escapan silenciosos los gemidos gritados al oído. El latir de los pulsos. La sangre fluyendo muy deprisa. Aumentando las pulsaciones del corazón. Apretando los dientes. Y el corazón que se me sale por la boca. Sobre tu boca. Insuflándote el aire que exhalan mis pulmones. Respirando el que me retornan los tuyos. Bebiéndome tu sed. Saciando la mía. Humedeciendo con saliva los labios. Mi lengua que no se cansa de esperar la tuya. Entablando un nuevo combate. Otra incruenta batalla de vida y de muerte. Extasis de placer rindiendo voluntades. Entrega al goce en tus manos. Desterrada a mis infiernos. Santificada en tus cielos.
Nada hay tan noble y glorioso como los buenos deseos. Nada hay tan bello y tan perfecto como … la piel, los ojos, la boca, el pecho o el sexo de la persona amada. Condenada, como las flores y los frutos más jugosos a la caducidad. Y en definitiva, a la muerte. Y con ella, al olvido del que tan solo en sueños es posible redimirse.