Un guerrero de la luz no cuenta solamente con sus fuerzas; usa también la energía de su adversario.
Al iniciar el combate, todo lo que posee es su entusiasmo, y los golpes que aprendió mientras se entrenaba. A medida que la lucha avanza, descubre que el entusiasmo y el entrenamiento no son suficientes para vencer: se necesita experiencia.
Entonces abre su corazón al universo, y pide inspiración a Dios, de modo que cada golpe al enemigo sea también una lección de defensa para él.
Los compañeros comentan: ¡Qué supersticioso es!, paró la lucha para rezar, y respeta los trucos de su adversario!.
El guerrero no responde a estas provocaciones. Sabe que, sin inspiración ni experiencia, ningún entrenamiento da resultado.
Paulo Coelho.