ENFOCANDO LA FE
Todos los seres humanos tenemos fe.
Hay quienes depositan su fe en el progreso
económico. Otros invierten sus esperanzas
en la posibilidad de tener un gobernante que
se preocupe realmente por la gente. Muchos
viven esperando que algún golpe de suerte los
lleve a ser completamente felices. Y también
están aquellos que simplemente tienen fe en la
fe, aguardando siempre soluciones mágicas y
respuestas instantáneas.
Cuando pienso en esto recuerdo un episodio
conmovedor en la vida de un matrimonio
que conocí hace algún tiempo. Al año de casarse,
y faltando muy poco para que estos amigos
concluyan sus carreras en el seminario
teológico, nació su primer hijo. Pero esta
alegría fue empañada rápidamente: el bebé
padecía una seria e incurable anomalía genética,
por la cual los médicos sólo le daban unos pocos
días de vida.
Familiares y amigos se acercaron para
alentarlos e inspirarlos a confiar en que todo
iba a salir bien. Pero finalmente no fue así:
a las pocas semanas su pequeño niño falleció.
"¿Sabes cuál fue la experiencia más difícil?",
acotó la madre, "Escuchar de labios de un
amigo cercano que nuestro bebé había muerto
porque no tuvimos la suficiente fe como para
que él se sanara". "Increíble", pensé, pero
inmediatamente ambos afirmaron:
"Sin embargo, y a pesar de la gran tristeza que
todavía experimentamos, jamás hemos creído
una mentira tan grande, pues tenemos bien en
claro que la fe no es un elemento místico para
mover el destino a nuestro antojo, sino una
realidad que nos ayuda a atravesar todas las
circunstancias de nuestra corta existencia,
tomados de la mano de Dios".
Todos los seres humanos tenemos fe... pero
no todos ponemos en práctica aquello en lo
que creemos. En palabras de Ricardo Arjona,
afamado cantante latinoamericano,
"la única forma de no redundar es decir la verdad,
decir que a Jesús le gusta que actuemos no que
hablemos, decir que Jesús es más que cinco letras
formando un nombre, decir que Jesús es verbo,
no sustantivo". Cuesta, ¡pero vaya que vale la
pena vivir de esta manera!
"La confianza que ustedes tienen en Dios es
como el oro: así como la calidad del oro se
prueba con fuego, la fe que ustedes tienen en
Dios se prueba por medio de los problemas.
Si ustedes pasan la prueba, su fe será más
valiosa que el oro, pues el oro se puede destruir. Ustedes, aunque nunca han visto a Jesucristo,
lo aman y creen en él, y tienen una alegría tan
grande y hermosa que no puede describirse
con palabras"
Cristian Franco
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