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De: perladelmar (Mensaje original) |
Enviado: 10/01/2010 01:12 |
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LAS MARAVILLAS DEL SANTO NOMBRE DE JESUS
Hemos oído y repetido desde la infancia el Santo Nombre de jesús, pero muchos,
demasiados, no tienen una idea adecuada de las grandes maravillas de este Santo Nombre. ¿Qué sabes, querido lector, del nombre de jesús? Sabrás que es un nombre santo y que habría que inclinar la cabeza cada vez que se dice. Es muy poca cosa.
Es como si uno viera un libro cerrado y se fijara solamente en el título de la portada.
No sabes nada de los preciosos pensamientos que el libro contiene. Así es, cuando pronuncias el Nombre de jesús, sabes muy poco de los tesoros que en Éllo se oculta. Este divino nombre, en verdad, es una mina de riquezas, es un manantial de la más alta santidad y el secreto de la felicidad mas grande que un hombre puede esperar y gozar en esta tierra. Lée, y lo verás. Es tan poderoso, tan seguro, que nunca deja de producir en nuestras almas los más maravillosos resultados. Consuela al más triste corazón y hace fuerte al más débil pecador. Nos obtiene todo tipo de favores y gracias, tanto espirituales como temporales. Debemos de hacer dos cosas. Primero, entender claramente el significado y el valor del Nombre de jesús. Segundo, debemos habituarnos a decirlo devota y frecuentemente cientos y cientos de veces todos los días. Lejos de ser algo aburrido, será algo de inmenso gozo y consolación.
¿QUÉ SIGNIFICA , EL NOMBRE DE JESUS? El Santo Nombre de jesús es, primero que todo, una oración todopoderosa. El mismo Nuestro Señor solemnemente promete que todo aquello que pidiéramos al Padre en Su Nombre lo recibiríamos. Dios nunca falla en Su palabra. Cuando decimos 'jesús", pedimos a Dios todo lo que necesitamos con la absoluta confianza de ser oídos. Por esta razón, la Iglesia termina sus oraciones con estas palabras: "Por jesucristo," que da a la oración una nueva eficacia divina. Pero, el Santo Nombre es algo aún más grande.
Cada vez que decimos: 'Jesús," glorificamos a Dios con un gozo y gloria infinito porque le ofrecemos todos los infinitos méritos de la Pasión y Muerte de jesucristo. San Pablo nos dice que jesús mereció el nombre 'jesús" por Su Pasión y Muerte. Cada vez que decimos: 'Jesús," claramente deseamos ofrecer a Dios todas las Misas dichas en todo el mundo por nuestras intenciones. Nosotros verdaderamente participamos en aquellas cientos de misas. Cada vez que decimos: 'Jesús," ganamos trescientos días de indulgencial que podríamos aplicar por las ánimas del Purgatorio, con lo que se verán muchas de estas almas aliviadas y liberadas de sus horribles penas. Ellas serán verdaderamente nuestras mejores amigas y rezarán por nosotros con increíble fervor. Cada vez que decimos: 'Jesús," es un acto de perfecto amor, por el cual ofrecemos a Dios el infinito amor de jesús. El Santo Nombre de Jesús nos salva de innumerables males, y nos rescata especialmente del poder del demonio que está constantemente buscando la ocasión de hacernos daño. El Nombre de Jesús gradualmente Ira llenando nuestras almas con una paz y un gozo que nunca tuvimos antes. 1. Aunque los reglas de la Iglesia sobre las Indulgencias, incluso sobre las
jaculatorias, han cambiado, podemos esperar obtener las mismas Indulgencias de
Dios si las pedimos de Él Con gran confianza.-Editor, 1993.
El Nombre de Jesús nos refuerza de una manera tal, que nuestros sufrimentos parecen ligeros y fáciles de soportar.
¿QUÉ DEBEMOS DE HACER? San Pablo nos dice que debemos de hacer todo lo que hacemos tanto sea en palabras o en el trabajo en el Nombre de Jesús. "Todo cuanto hacéis, sea de palabra o de obra, todo en nombre de nuestro Señor jesucristo ... " (Col. 3: 17). De esta manera todos los actos se hacen en un acto de amor y mérito. Y más aún, recibimos la gracia y la ayuda para hacer tonas nuestras acciones perfectamente bien. . Debemos, sin embargo, hacer lo que meJor podamos en acostumbrarnos en decir "Jesús, jesús, jesús," muy amenudo todos los dias. Podemos hacerlo cuando nos vestimos, en el trabajo-no importa lo que estamos haciendo paseando, en Momentos de tristeza, en casa y en la calle, en todas partes. No hay nada más fácil si nos esforzamos en hacerlo con regularidad. Lo podemos hacer muchísimas veces al día. Piensa que cada vez que decimos 'Jesús" devotamente, damos gran gloria a Dios,
2) recibimos grandes gracias, 3) y ayudamos a las almas del purgatorio. Pongamos ahora algunos ejemplos que demuestran el poder del Santo Nombre.
CONTINUARA.........
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PERLA DEL MAR
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De: LUNASOL |
Enviado: 10/01/2010 01:28 |
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Hola corazon que tengas el mejor domingo,
una disculpa por mi ausencia.
estare lo mas que pueda
Tu presencia hace esta comunidad diferente.
Besos bendiciones
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Muchisimas gracias por tu participación...
Feliz domingo
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Capítulo 3 EL MUNDO EN PELIGRO SALVADO POR EL SANTO NOMBRE
I En el año 1274 grandes males amenazaron al mundo. La iglesia fue asaltada por furiosos enemigos desde adentro y fuera. Fue tan grande el peligro que el Papa Gregorio X, que reinaba por entonces, convocó un concilio de obispos en Lyons para determinar la mejor manera de salvar a la sociedad de la ruina en la que estaba cayendo. Entre muchas de las formas propuestas, el Papa y los obispos eligieron la que ellos consideraron más fácil y eficaz de todas, es decir, la frecuente repetición del Santo Nombre de jesús. . El Santo Padre entonces pidió a los obispos del mundo y a sus sacerdotes que invocaran el Nombre de jesús y urgieran a sus fieles el poner toda su confianza en éste poderoso Nombre, repitiéndolo constantemente con ilimitada confianza. El Papa encargó especialmente a la Orden de Santo Domingo la gloriosa tarea de predicar las Maravillas del Santo Nombre, trabajo que ellos cumplieron con ilimitado celo.
Sus hermanos Franciscanos les secundaron. San Bernardino de Siena y San Lorenzo de Puerto-Mauricio fueron ardientes apóstoles del Santo Nombre de jesús. Sus esfuerzos fueron coronados con el éxito. Fueron barridos los enemigos de la Iglesia y desaparecieron los peligros que amenazaban a la sociedad y la suprema paz reinó una vez más. Esta es la lección más importante para nosotros porque, en nuestros días, terribles sufrimientos están aplastando muchas naciones. y aún mayores tribulaciones están amenazando a todas las demás. Ningún gobierno o gobiernos parecen lo bastante fuertes y hábiles como para detener este tremendo torrente de males. No hay más que un remedio y es la oración. Todo cristiano debe volver a Dios y pedirle misericordia. La oración más fácil de todas las oraciones, como hemos visto, es el Nombre de jesús. Todos sin excepción pueden invocar este Santo Nombre cientos de veces al día, no solamente por sus propias intenciones, sino también para pedir a Dios que libre al mundo de una inminente ruina. Es asombroso lo que una persona que reza puede hacer para salvar su país y a la sociedad. Leemos en la Sagrada Escritura como Moisés salvó por sus oraciones al pueblo de Israel de la destrucción y como una piadosa mujer, Judit deBetulia, salvó su cuidad y su gente cuando los gobernadores estaban desesperados y a punto de rendirse a sus enemigos. De nuevo notamos, que las dos ciudades Sodoma y Gomorra, que Dios destruyó con fuego, por causa de sus pecados y crímenes, les hubiera perdonado si hubiera habido solamente diez personas que rezaran por ellos! Una y otra vez leemos de reyes, emperadores, hombres de estado y famosos comandantes militares que pusieron toda su confianza en la oración, y así obraron maravillas. Si las oraciones de un hombre pueden hacer tanto, ¿cuánto más harán las oraciones de muchos? El Nombre de Jesús es la más corta, más fácil, y más poderosa de las oraciones. Todos pueden decirlo incluso en medio de su trabajo diario. Dios no puede rehusar de oírlo. Invoquemos el Nombre de Jesús pidiéndole que nos salve de las calamidades que nos amenazan.
Capítulo 4
LA PLAGA DE LISBOA: LA CIUDAD SALVADA POR EL SANTO NOMBRE Una devastadora plaga aparece en Lisboa en 1432. Todos los que pudieron hacerlo, huyeron aterrorizados de la ciudad y de este modo se extendió por todos los rincones del país de Portugal. Miles de hombres, mujeres y niños de todas clases fueron barridos por la cruel enfermedad. Fue tan virulenta la epidemia que los hombres caían muertos en todas partes, en la mesa, en las calles, en sus casas, en las tiendas, en los mercados, en las iglesias. Usando las palabras de los historiadores, estalló como rayo de hombre a hombre, por un abrigo, un sombrero, o cualquier prenda que hubiera sido tocada por la sacudida plaga. Sacerdotes, médicos y enfermeras fueron arrastrados en tal número que muchos cuerpos yacían en las calles, sin enterrar. Los perros lamían la sangre de los muertos, como resultado fueron éstos contagiados con la terrible enfermedad que se extendió aún más entre la infortunada gente. Entre aquellos que asistieron a los moribundos dos con inquebrantable tenacidad, fue un venerable obispo, Monseñor André Días, que vivió en el Convento o Monasterio de Santo Domingo. Este santo varón, viendo que la epidemia, lejos de disminuir, crecía a diario en intensidad y perdiendo la esperanza en la ayuda humana, urgió a la infeliz gente a, que invo¬caran el Santo Nombre de Jesús. Donde quiera que la enfermedad fuera más furiosa, se le había visto, urgiendo, impl()rando a los enfermos y moribundos y a aquellos a los cuales no les había tocado la enfermedad, el repetir: "Jesús, Jesús." "Escribidlo en estampas," decía, "y guardadlas dentro de vosotros. Ponedlas por la noche debajo de las almohadas. Ponedlas en las puertas, pero por encima de todo, invocad constantemente con vuestros labios y en vuestros corazones este Nombre que es de lo más poderoso." El fue, como ángel de paz, llenando a los enfermos y moribundos con coraje y confianza. Los pobres dolientes sentían dentro de ellos una nueva vida,'y nombrando a Jesús, ponían las estampas en sus pechos o en sus bolsillos. Entonces citándoles en la gran Iglesia de Santo Domingo, les habló una vez más del poder del Nombre de Jesús y bendijo agua en el mismo Santo Nombre. Ordenando que toda la gente se salpicara con ella y que salpicaran la cara de los enfermos y moribundos. ¡Maravilla de maravillas! Los enfermos sanaron, los moribundos resuc'i¡taron de sus agonías, la plaga cesó y la ciudad fue librada en pocos días del más espantoso azote que jamás la había visitado. Las noticias se extendieron por todo el país, y todos empezaron al unísono a invocar el Nombre de Jesús. En un increíble y corto período de tiempo todo Portugal se vio libre de la horrorosa enfermedad. La gente agradecida, teniendo presente las maravillas que habían presenciado, continuaron su amor y confianza en el Nombre de nuestro Salvador. Así que en sus problemas, en todos los peligros, cuando males de cualquier clase les amenazaban, ellos invocaban el Nombre de Jesús. Fueron fundadas confraternidades en las iglesias, fueron hechas procesiones del Santo Nombre mensualmente, fueron levantados altares en honor de este bendito nombre, así que la mayor maldición que jamás había caíd,o en el país fue transformada en una de las mas grandes bendiciones. Por siglos,. esta confianza en el Nombre de Jesús continuó en Portugal y así mismo se extendió a España, Francia, y al resto del mundo.
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