("La hilandera de espaldas",
(del cuadro de Velázquez)
Tanta serenidad es ya dolor.
Junto a la luz del aire
la camisa ya es música, y está
recién lavada, aclarada,bien ceñida
al escorzo risueño y torneado de la
espalda, con su feraz cosecha,
con el amanecer nunca tardío
de la ropa y la obra.
Este es el campo del milagro:
helo aquí, en el alba del brazo,
en el destello de estas manos, tan
acariciadoras devanando la lana:
el hilo y el ovillo, y la nuca sin miedo,
cantando su viveza, y el pelo muy
castaño tan bien trenzado,
con su moño y su cinta; y la falda
segura; sin pliegues,
color jugo de acacia.
Con la velocidad del cielo ido, con el
taller, con el ritmo de las mareas de las
calles, está aquí, sin mentira, con un amor
tan mudo y con retorno, con su celebración
y con su servidumbre.