LOS REGALOS DEL DOLOR.
En tus momentos duros, aciagos y
funestos,
es
probable que pienses : “¡¿Por qué me llega esto!?”
“¡¿Qué
convenio firmé!? ¡¿Qué contrato asumí?!
¿¡En dónde estaba escrito que
debía ser así!?”
“¡No le hallo explicación al dolor que padezco!
¡Esta
espina en el alma yo no me la merezco!”
Más si en ese momento,
intentás, compañero,
ver por entre la tinta que oscurece el tintero,
sentirás
vagamente, muy dentro de tu ser,
¡que eso llegó a tu vida para
hacerte crecer!
Y una tenue sospecha se abrirá paso en ti:
¡que
una lección valiosa te está aguardando allí…!
Y repentinamente,
de forma inesperada,
¡empezarás a verlo con distinta mirada!,
y
entonces tu amargura quedará a tu costado…,
¡como queda el escudo de
un guerrero cansado!
…y aunque sea cruel la herida…, y sea
profundo el tajo,
¡te rendirás a aquello que la vida te trajo…!
Porque
rendirse, amigo, ¡no es darse por vencido!:
¡es fluir con el hecho
que te tiene aturdido!
…y es tratar de encontrar –sin culpas ni
acechanzas-,
en medio de ese drama su escondida enseñanza…
Tal
vez en el pasaje de un brevísimo instante,
¡logres captar el brillo
de ese oculto diamante!,
…y te quedará claro –sin asomo de duda-,
¡que
ese dolor es bueno…porque vino en tu ayuda!,
pues sólo ante esa
pena –que tanto rechazamos-,
¡emergen fortalezas que nunca
imaginamos!
Asumir el regalo de cada aprendizaje,
libera la
energía que se estanca en el viaje…,
…revela la templanza que hay
en nuestro interior
-ese sobrio equilibrio de piedad y valor-,
y
sana las heridas de nuestro corazón,
¡al mostrarnos que todo gira en
torno al perdón!:
En ese instante claro de lúcida conciencia,
¡sentirás
el aliento de tu Plena Presencia!,
Y al ver entre las sombras,
destellos de color,
¡ sabrás que aquella espina,se ha transformado en
flor!
Jorge Oyhanarte