LA PAREJA EN FAMILIA
Hace algunos años, cuando todavía era soltero, y
joven, y bello, tuve una clase muy especial.
Fui a ella con una chica llamada Norma, que en ese
entonces era mi novia, y puedo asegurar
que la lección que aprendimos ese día impacto
muchísimo mi vida.
No recuerdo mucho del tema de la clase, pero lo que
si recuerdo con mucha frecuencia
es la dinámica que se realizo en ella. Para
empezar, nos sentamos todos en círculo, y entre bromas,
nos pidieron a Norma y a mí que nos sentáramos
juntos.
La persona que daba la clase dijo entonces
‘Supongamos que Pablo y Norma se acaban
de casar’. Ambos nos miramos con los ojos muy
abiertos y tragamos saliva. La instructora
continúa sin prestar mucha atención a nuestro
desconcierto:
‘Ellos han construido su hogar, establecido sus
normas, y comienzan a ser muy felices.
Con el tiempo viene el primer hijo’. Llamaron a uno
de los jóvenes y le pidieron que se sentara
entre nosotros. ‘Norma y Pablo le dan la bienvenida
a su hogar y le tratan con mucha ternura y cariño.
Pero, como suelen ser las cosas, tienen entonces a
otro hijo’. Pidieron a otro de los jóvenes que se
sentara al lado de su ‘hermano’, entre nosotros.
‘La familia va creciendo, y tienen buenas normas.
Los chicos se tratan con mucho cariño y los papás
vigilan que no haya riñas entre ellos.
Son muy buenos padres y literalmente dedican su vida
a ellos’.
Norma y yo nos vimos en esa ocasión muy productivos,
porque tuvimos unos tres o cuatro hijos más.
En cada ocasión pidieron a alguno de los jóvenes o
jovencitas que se sentaran en medio de
nosotros para darles la bienvenida. ‘El tiempo
pasa’, continúa la instructora, ‘ y llega el día
en que los hijos hacen su propia vida. Primero,
Julio se casa y forma su propio hogar.
‘Dejara el hombre a su padre y a su madre’. Vamos,
déjalos, Julio, ahí deja tu silla’. Julio,
nuestro primer ‘hijo’, se levanta y ocupa su nuevo
lugar.’ También Martita y Linda encuentran
buenos partidos y se casan’. Las chicas se
levantaron y dejaron su lugar.
Así cada uno de nuestros hijos se fue ‘casando’ y
dejando sus sillas vacías.
Cuando todos hubieron terminado de irse, la
instructora hizo una pausa y luego dijo:
‘Ahora miren la distancia que existe entre ellos’. Y
callé nuevamente. Efectivamente, había entre
nosotros una distancia enorme de sillas vacías. A mi
me pareció kilométrica. Me hice muchas
preguntas entonces. ¿Que pudo haber causado ese
hueco enorme? Como si leyera mi mente, la
instructora respondió entonces algunas de las
preguntas que me hacía. ‘Juan Pablo y Norma han
cometido un gran error, porque han permitido que sus
hijos se interpongan entre ellos; y ahora
que están de nuevo solos, si acaso, tendrán que
empezar desde el principio’. ¿Que habíamos hecho mal?
¿Acaso no nos habíamos dedicado con fervor a
nuestros hijos?¿O era ese el centro mismo de
la construcción de una familia? La instructora nos
explicó el error de darlo todo por
nuestros hijos. Explicó Que la base del fundamento
del hogar no son los hijos, sino la pareja y que
esta debe permanecer unida contra viento y marea. De
hecho, el mejor regalo que se puede dar a nuestros
hijos es el hecho de saber que sus padres se aman y
que permanecen unidos y ellos aprenden a amar
en función de cómo aprenden que se aman sus padres.
Si los padres no salen juntos, no se siguen
cortejando con frecuencia, no se hablan con ‘tiernos
acentos’ y no se comunican entre ellos de manera
frecuente y especial, es escasa la probabilidad de
tener hijos espiritual y emocionalmente estables y,
cuando ellos partan de casa, nos encontraremos
incomunicados y encontraremos a nuestra pareja a una
enorme distancia, sin saber del todo como recuperar
lo que nuestro propio descuido ha dejado
que se pierda con los años. Y no es egoísmo; por el
contrario, es un seguro de vida para ellos y para
nosotros mismos; para garantizar la vida eterna.
Primero la pareja. Son los hijos los que deberán
acomodarse.
La vida familiar tendrá que girar no en torno a
ellos, sino en torno de los padres. Los padres deben
recordar que una relación de verdadero amor con su
pareja es el mejor regalo que puede darles, y su
principal prioridad, y su mayor herencia, y la forma
de enseñarles a sus hijos a amar y de garantizar así
su verdadera felicidad, temporal y eterna. Ellos se
escogieron primero, ellos dan la bienvenida como
invitados a los hijos. Estoy aplicando esto con mi
novia actual. Mi única novia, gloriosa, infinita y eterna.
Mis hijos saben que tendrán una plática conmigo si
faltan el respeto a su madre. Y mi esposa, mi novia,
les recuerda que necesitamos espacios para platicar
y estar juntos en ocasiones. Encuentro que es mas
fácil darlo todo por los hijos de esta forma, si uno
sabe que el amor por la pareja está creciendo.
Es la fuente de donde uno puede extraer todas las
fuerzas.
LOS FRUTOS NO SE ALIMENTAN,
SE ALIMENTA EL ARBOL. UN ARBOL FUERTE Y SANO DA
FRUTOS BUENOS
D/A

|