El poeta pide a su amor que le
escriba
Amor
de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso,
con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero
perderte.
El
aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la
evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna
vierte.
Pero
yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo
de mordiscos y azucenas.
Llena, pues, de palabras mi locura o déjame vivir en
mi serena noche del alma para siempre oscura.
Federico García Lorca
(1898-1936)
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